A estas alturas quién no se ha comido nunca un flamenquín. A pesar de que en algunos sitios le añaden queso, huevo duro, etc. o lo hacen con pechuga de pollo, el auténtico y verdadero flamenquín cordobés está hecho con lomo de cerdo, jamón serrano y rebozado en pan rallado. Una de las ventajas, además de lo fáciles que son de hacer, es que podemos congelarlos para freírlos justo antes de comérnoslos. Veamos la receta y ya veréis lo fáciles que son de hacer.
INGREDIENTES:
- 1 cinta de lomo de cerdo
- Jamón serrano cortado en lonchas
- El zumo de 3 limones
- 4 dientes de ajo
- Perejil fresco picado
- Sal
- Harina
- 3 huevos
- Pan rallado
- Orégano picado
PREPARACIÓN:
Empezamos cortando la cinta de lomo en trozos de medio centímetro de grosor aproximadamente. Si disponemos de un corta-fiambres nos será más fácil, si no es así tendremos que hacerlo a cuchillo.
Cogemos un bol, introducimos los filetes de lomo, el zumo de limón, los dientes de ajo pelados y cortados por la mitad, el perejil fresco picado, mezclamos todo bien y dejamos macerar un mínimo de 2 horas tapado con papel film en el frigorífico, aunque yo los suelo dejar toda la noche.
Al día siguiente sacamos los filetes del frigorífico y espalmamos cada uno, es decir, los aplanamos con ayuda de un mazo de cocina todo lo que podamos.
Salamos por ambos lados cada filete, pero no en exceso ya que el jamón es salado.
Ponemos una loncha de jamón serrano sobre cada filete y hacemos unos rollos con cada uno ayudándonos con papel film, cerramos por los extremos y los metemos en el frigorífico durante una hora aproximadamente. Este proceso no es necesario, pero si los hacemos así nos quedarán más compactos y uniformes.
Sacamos del frigorífico y le retiramos el film a cada flamenquín. Cogemos tres recipientes amplios y ponemos en uno la harina, en otro los huevos y por último el pan rallado al cual le podemos añadir orégano picado para darle más sabor.
Primero pasamos cada flamenquín por la harina, luego por el huevo y por último por el pan rallado. Apretamos muy bien para que a la hora de freírlos no se deshagan.
Ponemos abundante aceite de oliva en una sartén y cuando esté bien caliente freímos nuestros flamenquines hasta que estén bien dorados. Sacamos a un plato con papel absorbente para quitarles el exceso de aceite y los servimos acompañados de unas buenas patatas fritas, una ensalada o una mahonesa.
Una receta fácil, tradicional y que nunca falla. Un saludo a todos.
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